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Era muy joven y estaba en un vertedero herida, tremendamente desconfiada.
Nos llevó mucho tiempo irnos ganado su confianza, más que las heridas físicas, las psíquicas eran muy profundas. El miedo y el estrés que traía eran tan grandes que se daba chocazos con las paredes de su jaula, pero sin querer salir de puro pánico o se tiraba al suelo cuando se le ponía la correa...
A pesar de su belleza lobuna pasó más de dos años en la residencia sin que nadie se fijara en ella. Luego, la acogida realizada por JM y Mª José fué providencial porque su buen hacer, terminó de darle el equilibrio que le faltaba.
Por fin llegó su oportunidad, algo que parecía poco probable para algunos, y una maravillosa familia la adoptó. Ahora nos envían estas fotos que nos llenan de emoción y nos dan una gran alegría. ¿Qué podemos decir? ¡Los milagros existen!
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